
Cada 22 de septiembre, Día Mundial Sin Coches, muchas organizaciones nos advierten de los peligros de la contaminación en las ciudades por el excesivo uso de los coches. Ante esta problemática, los ecologistas proponen fomentar otros medios de transporte, que sean respetuosos con el medio ambiente como: las bicicletas, los autobuses eléctricos y los tranvías. Propuestas a las que se suscriben muchos políticos cuando se conmemora este día, pero que, en la mayoría de los casos, son sólo promesas que suelen quedarse en papel mojado. Sin embargo, no podemos hacer oídos sordos de una situación que se agrava día a día, ya que se estima que en 2030, el 60% de la población mundial (unas 5.000 millones de personas) vivirá en ciudades, que siguiendo el estilo de las urbes actuales, serán enormes focos de contaminación.
Lo cierto es que esta exposición no es ciencia ficción, sino que ya es una realidad en algunos lugares de Europa. Una muestra de ello es Houten, una ciudad de los Países Bajos donde sus ciudadanos no necesitan depender de los automóviles. Esta urbe holandesa, situada al sur de Utrech, tiene unos 45.000 habitantes y se caracteriza por estar dotada de unas infraestructuras y una planificación de la movilidad que la convierten en una ciudad para el peatón y el ciclista. Según el informe La bicicleta en los Países Bajos, el tránsito de vehículos motorizados por la zona residencial está totalmente prohibido. Es más, el centro de esta villa se organizó y habilitó en función de la accesibilidad mediante vehículos no motor con carriles bici como arteria principal de la ciudad.
Otro ejemplo lo encontramos en Quartier Vauban, un barrio de Friburgo de Brisgovia (Alemania) en el que viven más de 5.000 personas y que está diseñado para moverse a pie, en bicicleta o transporte público hasta el resto de la ciudad. En cambio, el acceso en coche está muy restringido y las plazas de aparcamiento son realmente limitadas. Incluso, para poder habitar gran parte de las casas de este ecologista barrio el futuro propietario debe firmar un contrato en el que declara no tener automóvil y renuncia a disponer de una plaza de aparcamiento.
Todo ello demuestra que es posible vivir en espacios libres de la contaminación del tráfico, pero no hace falta viajar hasta estos lugares para conseguirlo. Mientras esperamos a que las ciudades dispongan de infraestructuras más sostenibles, todos podemos contribuir tomando cada día decisiones más responsables como montar en bici, pasear o utilizar el transporte público para desplazarte. ¿Te apuntas?